viernes, 5 de junio de 2009

A propósito de la sensiblidad y la razón en Kant





Todo pensamiento ético empieza por un conflicto entre los impulsos y el deber ser. Kant empieza distinguiendo en el hombre una razón plenamente teórica y casi instrumental, mediante la cual puede conocer el mundo físico, pero el hombre no es un autómata más en la naturaleza, él también es sensibilidad.Si el hombre fuera sólo sensibilidad, sus acciones estarían determinadas por sus impulsos sensibles, si fuera sólo racionalidad, serían determinadas necesariamente por la razón., pero ambas son propias del hombre, ambas; de ahí su libertad de elegir.


Por sensibilidad en el hombre hay que entender esa característica propia que le permite querer, ahí donde radican sus inclinaciones y deseos, sin embargo Kant nos dice que en dichos estamentos (inclinaciones en general) no hay una liberación de la causalidad natural en el ámbito físico; es más, esas inclinaciones lo llevan por un sendero donde solo importa el hombre lo que él solamente quiere, sólo él; aquello que Kant llama egoísmo. No obstante, lo que nos dirá Kant se acerca más hacia la idea de un conjunto, en el cual todo ser racional (el hombre es un ser racional, ese es el presupuesto kantiano) pueda estar incluido dentro de la moral, una moral en la que no imperan las inclinaciones o lo que dirige al hombre al egoísmo, sino, Kant trata de incluir a todo ser racional en el esquema de le ética, en tanto posibilidad legisladora desde su propia subjetividad, y esa subjetividad que finalmente ha de traducirse a la praxis, ya que la praxis les permite dar el paso que separa la simple posibilidad lógica de la realidad objetiva, pero esta acción (praxis) no debe estar determinada por condiciones empíricas, sino por principios a-priori que determinen una acción moral, así una razón práctica va a determinar por sí misma la voluntad, independientemente de todo dato empírico.


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