miércoles, 3 de septiembre de 2008

Aristóteles y el concepto de virtud (areté)




Como es ya costumbre, la mayoría de tratados aristotélicos comienzan con una definición acerca del tema del a tratar. Así pues por ejemplo en La Metafísica que entre muchos de sus temas versa sobre el conocimiento se empieza así “Todos los hombres por naturaleza desean saber ”. De esta manera Aristóteles pone sobre bandeja las primeras ideas acerca del consecuente tratado. Siguiendo dicho estilo en la Ética Nicomáquea, el estagirita apunta “Todo arte y toda investigación e, igualmente toda, acción (praxis) y libre elección (proaíresis) parecen tender a algún bien (agathoû); por esto se ha manifestado, con razón, que el bien es aquello hacia lo que todas las cosas tienden ” de esta definición se parte para ir indicando cómo se ha de llegar a la consecución del bien al que la ética (como acción particular humana) tiende, es decir la felicidad. Pues de esto se parte para indicar que cada acción particular humana posee un fin (telos), al cual va estar dirigida. En ese, sentido si se quiere tender de a esa consecución, se deberá hacer de la manera mejor posible, es decir, si se quiere conseguir la felicidad como telos se lo tendrá que hacer de manera virtuosa. Entiéndase aquí como la excelencia en la acción, como la mejor manera de llegar al fin.

Pues bien, si es que toda praxis humana está enmarcada en una finalidad global hacia la felicidad; para conseguir dicha felicidad el hombre deberá hacerlo de la mejor manera posible que tiene a su disposición. Ya que de lo que aquí se trata es de indicar pautas de acción con los demás, en una interacción entre todos los que incluye la polis, de esta manera la areté se inscribe como la pauta que tenemos a la mano para alcanzar nuestra propio telos en la praxis.

Hasta aquí se ha dibujado a grandes rasgos lo que Aristóteles indica con la areté, además se ha apuntado que dicha areté es la que hace al hombre: bueno . Es pues por la areté por la que el hombre se hace virtuoso en el sentido de excelencia de su propia naturaleza. La cual apunta a un telos en el bien.

Siguiendo de cerca como se va esclareciendo el concepto de areté, Aristóteles nos sorprende con una definición: “Es, por tanto la virtud (areté) un modo de ser selectivo (proairetiké), siendo un término medio (mesótês) relativo a nosotros (pròs hemâs), determinado por la razón (lógos) y por aquello que determinaría el hombre prudente (phrónimos) ” De este definición debemos tener en cuenta estos conceptos para ver cómo se relacionan de acuerdo con lo que Aristóteles nos quiere decir con este concepto nuevo acerca de la virtud.

La primera palabra que deber llamarnos la atención en ese breve pasaje es héxis, la cual se entiende como una permanente condición producida por la práctica (praxis), o por el hábito (recordar aquí la traducción latina de héxis como habitus). La segunda palabra a tener en cuenta es proairetikê, que se entiende como elegir alguna cosa antes de algún propósito, es como una prueba de libertad de elección, también como motivo, propósito, plan. El siguiente concepto a tener en cuenta es mesótês, que se refiere a la posición central, generalmente se refiere al centro, o estado entre dos extremos (éleipsis y hyperbolê), comunicación entre dos opuestos, finalmente como una medida bien determinada. Y por último, phrónimos, que es estar en una recta razón, es mostrar la presencia de la razón, que se refiere al hombre prudente, y se entiende como la posesión de sagacidad o discernimiento mediante la razón en algún asunto, es decir una sabiduría práctica. Así John Burnet apunta sobre el phrónimos que “Wise man is a lawgiver or educator who has the rule in his soul. It is he that in the last resort determines the degree of feeling which is precisely right in given circumstances for particular people ”
Teniendo ya en cuenta a qué se está refiriendo Aristóteles con dichos conceptos en la definición de areté, vale recordar aquí que hay concepto que está inmanente en dicha definición, me refiero al pròs hemâs, ya que el valor de la areté como punto medio entre dos extremos está dado por nosotros, no se trata pues de una ley externa que indica desde fuera la regla, sino que aquí se trata de un principio propio que uno manifiesta desde sí mismo. De ahí es peso que tenga la referencia a la libre elección (proaíresis), ya que esa elección parte de uno. Además no se debe olvidar aquí que la areté es un justo medio (mesótês) que se encuentra entre dos extremos; entonces de lo que se trata aquí es de la virtud como una proporción central, pero no a la manera de la media aritmética en la cual el medio es lo exacto entre dos extremos; mientras que para el caso de la virtud se trata de algo que es relativo a nosotros, nosotros como diferentes a los demás, es decir cada uno en su propia particularidad. No olvidar aquí el ejemplo que pone Aristóteles en referencia a algo tan básico como la ingesta de comida, que debe estar dada según nuestra propia particularidad (no puede ser igual para el atleta como para el que no hace ningún esfuerzo físico), sin tener en cuenta un factor externo, que daría como resultado una determinación errónea . De esta manera la pauta la ponemos nosotros desde nuestra propia particularidad, para lo cual debemos hacer uso de nuestra razón, en este caso como razón práctica. No obstante aquí también hay un concepto que no se debe perder de vista, me refiero al phrónimos, como aquel hombre experimentado que ya sabe, por eso también él es la referencia acerca de la virtud, ya que no se trata de una referencia plenamente individual, sino que se trata de lo que se entiende por virtud dentro de una polis o conjunto humano.
Hasta aquí se ha repasado de una manera rápida lo que Aristóteles nos dice acerca de la virtud, sin embargo toda esta invitación que nos acerca hacia la areté como excelencia humana debe convertirse ya en un hábito, ya que no se trata de realizar acciones aisladas sin ninguna conexión entre una y otras, sino se quiere establecer la práctica de la virtud como un hábito (héxis), un hábito que tiene que habituarse a elegir según la razón (aquí la traducción latina de habitus electivus), se trata de realizar acciones repetidas de acuerdo con la virtud para que vuelvan parte de nosotros. Por eso se trata de una invitación hacia la práxis, de manera que en cada una de las acciones particulares se note que se está refiriendo a una virtud global dibujada en cada acción particular.

Para ejemplificar esto Aristóteles da una lista de virtudes como siendo un término medio. Aquí vale recordar la idea de la virtud como término medio, ya que este término medio lo es de dos extremos, uno por exceso y el otro por defecto. El término medio de dichos extremos está dado por la acción particular, y por el hecho mismo, es decir, el hecho al cual tengo que referirme según la virtud me indica cual es la justa medida que debo emplear para manifestar la virtud. Así el clásico ejemplo de la valentía como término medio, entre la cobardía (defecto) y temeridad (exceso). Para el caso de la valentía se debe tener en cuenta cuál es el acontecimiento puntual en el cual debo manifestar la virtud del valiente, ya que depende del acontecimiento para yo indicar en la acción una medida exacta, es decir, mientras más peligroso sea el acontecimiento debo tener más precaución al actuar, sin que esto se manifieste como cobardía, y también en el caso contrario, se trata de medir las consecuencias sin que esto nos lleve a al arrojo sin más. Entonces será valiente el que apunte al justo medio según el hecho sobre el cual se deba manifestar la areté. Aquí me parece necesario resaltar esta particularidad en la ética Aristotélica, ya que tanto el actuante como la acción están totalmente imbricadas a la hora de hacerse patente la virtud. No es pues algo independiente dado a la manera universal e ineludible como en el caso del imperativo kantiano, sino que aquí se trata de tener en cuenta todos los factores, tanto los de uno mismo como los del acontecimiento. Luego Aristóteles sigue con este examen de las virtudes como justo medio al final del libro II , para éstas se debe tener en cuenta el mismo principio del justo medio, es decir la pauta que se manifiesta tanto en uno mismo como en el hecho, desde los cuales se debe apuntar al justo medio como el centro que guarda armonía con los extremos, ya que los extremos se manifiestan como lo que se debe evitar, pero no olvidar que sin ellos no se tiene referencia del centro. Por eso debemos conocer los vicios en los cuales se manifiestan los extremos, para saber cuál es la medida correcta de ellos en cada acción particular, no se deberá exceder ni dejar de lado por defecto, sino, hay un punto exacto al cual debemos dirigirnos, por eso esa exactitud está regida por la razón (lógos) o por el phrónimos.

En la definición de Aristóteles acerca de la virtud están contenidos todos los conceptos que interrelacionados nos expresan lo que el estagirita indica como areté. Así como en sus tratados la definición inicial ya indica acerca de lo que se seguirá investigando. De esta manera la misma definición que hace Aristóteles en el libro II está presente en todo el resto de la obra, no hay que olvidar la importancia de: héxis, proaíresis, lógos y phrónimos; cuando en las siguientes preguntas me refiera a estos conceptos contrastándolos con, por ejemplo, justicia, phrónesis, sofía etc. También cuando la relación entre elección (proaíresis) y deliberación (bouleusis) se manifiesta en la práctica de las virtudes que el estagirita ejemplifica en los libros III al VI.

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