martes, 5 de agosto de 2008

HUME: la servidumbre de la razón




Antes de entrar directamente con la teoría moral que desarrolla Hume, me es necesario hacer algunas precisiones y distinciones que da el propio Hume acerca del conocimiento. Se sabe que Hume llevó a extremo el empirismo, hasta convertirlo en escepticismo. No fue sólo la tabula rasa de Locke, la que estará inmanente en sus reflexiones; es decir, que nosotros entramos en el mundo sin ninguna idea innata; sino que -a la vez- se pone un acento muy fuerte sobre el sentimiento, y cómo aquel nos involucra con el mundo. Uno parte hacia el mundo a través de los sentidos, ellos aprehenden del mundo todo el material sobre el que debamos conocer. De esta manera sólo se trata de la relación mundo- sentidos, la razón no ha intervenido en ningún momento; la razón se presenta como algo auxiliar y que se da en segundo momento. De esta separación entre sentimiento y razón para el caso del conocimiento, se sabe que la razón sólo se da según lo que el sentimiento ha mandado. La razón, es la que obedece al sentimiento, nunca al revés. Se sigue de aquí la misma fórmula para la moral; además, cuando se habla sobre la moral se dice que ésta recae sobre un sentimiento moral (moral sense).

Parece que otra vez se ha regresado a la diferencia moderna que se hace entre razón y sentidos, no obstante quiero centrarme en la idea humeana de la moral como sentimiento, y que además, es compartido. Fuera ya de las disputas modernas de encontrar una mathesis universalis basada plenamente en la razón o la aprehensión sensorial, me baso aquí en una idea que debe llamarnos la atención, me refiero aquí a la posibilidad de la existencia de un sentimiento compartido acerca de lo bueno y lo malo. Además, si eso se puede dar, la moral de Hume debería llamarnos la atención. Si es que existe tal sentimiento que parte de uno, y que además encuentra referencia en el otro, es pues totalmente resaltante la posibilidad de encontrar un consenso en el otro, que esté basado (consenso) en el mismo sentimiento que yo expreso. Esta moral se basa únicamente en el sentimiento, o mejor dicho en la pasión (como llama Hume a esta moción inicial de la que parte todo lo moral). Aquí recordemos que la razón se encuentra muy al margen, además es impotente al referirse a la pasión.

Pero regresemos al problema, o mejor dicho a la idea central de esta teoría. Si nosotros podemos expresar una sentimiento moral que va a ser aprehendido por el otro, es decir ambos entramos en sintonía en lo que la moral significa, se puede deducir de aquí, que todo juicio valorativo de lo bueno y lo malo, va a ser asentido de la misma manera por otra persona. Esta podría ser una premisa inicial a la ora de actuar, o mejor dicho a la hora de enfrentarnos con dilemas morales. Se intuye de aquí, la posibilidad de encontrar un asidero compartido para que haya un consenso acerca de lo bueno y lo malo. Una premisa tan básica como esta puede acompañar una postura moral que quiera hacer algo a nivel macro.

En el inicio del libro Moral Minds: How Nature designed our universal sense of right and wrong de Marc Hauser[1], hay tres epígrafes que llaman la atención, la primera es de Darwin, en el cual nos dice que, lo que nos distingue de los animales es el sentido moral o la conciencia, que es el más noble de los atributos humanos. Luego la cita de Hume en la cual se retoman algunas ideas principales de su moral: la moral excita las pasiones y produce o previene las acciones. Ella misma (la moral) es imponente, luego, las reglas de nuestra moral no son conclusiones de nuestra razón. Por último la cita de Chomsky que dice que el desarrollo de un sistema, teoría o juicio moral requiere de un resultado biológico que se ha dado por necesidad. Sin pretensión de tomar este problema por el lado evolutivo, quiero aquí apuntar a una idea que se comparte en las tres posturas. Me refiero a la posibilidad de la existencia inmanente de algo así como el sentimiento moral. Sin pretender exagerar esto, los estudios recientes acerca de la moral como sustrato biológico a los que hace referencia Hauser en el libro ya citado, deben poner en reflexión la posibilidad de la existencia de algo así como, lo que Hauser llama: un órgano moral (moral organ), ya que las pruebas que Hauser refiere en sus estudios no harían sino corroborar esta idea. Es decir, la existencia de un órgano (no en el sentido espacio- temporal) en el cual se puedan asentar todas las ideas que nosotros tenemos acerca de lo bueno y lo malo; y esta referencia intersubjetiva que se tiene sobre estos juicios, cae sobre la simpatía. La simpatía, entonces, sería algo así como un lenguaje que nos permita comunicar lo que el sentimiento moral indica. Se trataría más o menos de un sustrato común compartido en lo que se refiere a la moral. En ese sentido, es válida la analogía con la idea de Noam Chomsky, acerca de una gramática universal para el caso del lenguaje. Dicha gramática universal de Chomsky, dice que tenemos una predisposición innata al lenguaje, y que los principios gramaticales de todas las lenguas son universales. El lenguaje no es algo que se aprende a partir de cero después del nacimiento, porque ya llegamos a este mundo con un “órgano del lenguaje” en nuestra mente, y que nos permite entender y construir frases de forma instintiva. Pero además, la estructura con la que construimos oraciones (gramática) sigue unas normas comunes en cualquier lengua que haya existido, y que además los niños la reconocen automáticamente.
Nuestro cerebro, al nacer, dejó de ser considerado una tabula rasa en la cual sólo se empieza a escribir a partir de nuestras experiencias y aprendizajes. Ya que la misma estructura de una tabula indica la posibilidad de escribir sobre ella. Esta nueva visión revolucionaria acerca del lenguaje ha servido a Hauser para poner de manera análoga el problema de la moral. Aquí la definición de Hauser:
“Nacemos con un instinto moral, una capacidad que crece de forma natural en cada niño, desarrollada para generar juicios rápidos sobre lo que es correcto o incorrecto, y basada en unos procesos que actúan de forma inconsciente. Parte de este mecanismo fue diseñado por la mano ciega de la selección darviniana, millones de años antes que nuestra especie evolucionase. Otros aspectos fueron añadidos o actualizados durante la historia de nuestros antepasados, y son exclusivos de los humanos y su psicología moral[2].”

La simple posibilidad de pensar acerca de la existencia de algo así como un órgano moral, hace aquí plausible la posibilidad de un entendimiento intersubjetivo basado en el sentimiento. Hume apuntaba a lo mismo; es decir, la evaluación acerca de algo como bueno o malo, estaba de antemano dado por el sentimiento, la razón no podía intervenir. Si seguimos de cerca lo que Hume refiere, podemos sabe que: “Lo que existe en la naturaleza de las cosas dicta la norma de nuestro juicio, mientras que, lo que un hombre sienta dentro de sí mismo es lo que marca norma del sentimiento[3]”. Entonces toda moral debe estar basada en la posibilidad de compartir ese sentimiento inicial acerca de un acontecimiento, no hay pues algún agregado externo. Además según Hume “Las mentes de los hombres son similares en sentimientos y operaciones, y no hay ninguna que sea movida por una afección de la que, en algún grado, estén libres las demás[4]”. De esta manera todos estamos ya determinados a asentir lo mismo cuando nos involucramos con una acción moral. Así, la determinación se hace más patente al momento de censurar o aprobar una acción, ya que todos poseemos las mismas facultades para determinar la afinidad de lo hechos morales con nuestros estados mentales.

Esta premisa básica nos permite indicar sobre la existencia de algo compartido por los demás, como un lenguaje o una gramática universal (universal moral grammar en palabras de Hauser), sea pues esta la premisa que indique una pauta acerca de lo bueno y lo mejor para el hombre.


NOTAS

[1] Hauser, Marc, Moral Minds: How Nature designed our universal sense of right and wrong. Harper Collins Publishers: New York 2006
[2] Cf. Hauser, Marc, Moral Minds: How Nature designed our universal sense of right and wrong. Harper Collins Publishers: New York 2006. p. VII (La traducción es mía).
[3] Hume, David, Investigación sobre los principios de la moral. Madrid: Alianza Editorial 1993. p. 34
[4] Hume, David. Tratado de la naturaleza humana. Madrid: Técnos. 2002. p. 765

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