Aristóteles desde el inicio[1] va separando dos ámbitos o partes que están presentes en el alma del hombre, me refiero a la parte irracional (tó álogon) y la parte racional (tó lógon ékhon). No hay que olvidar que esta separación no es más que una indicación metodológica, ya que cada parte está interrelacionada con la otra, es decir, no hay pues una sobre la otra a la manera de una jerarquía, sino que siendo partes de lo mismo, todas se unen en el conjunto. Así la parte que se refiere a lo vegetativo –lo que compartimos con los animales y plantas- es la que está referida a los apetitos más básicos para poder subsistir “De lo irracional, una parte parece común y vegetativa (Phytikón), es decir, la causa de la nutrición y el crecimiento; pues la facultad del alma puede admitirse en todos los seres que se nutren y en los embriones[2]”. De esta parte se sabe además que está a la base de la subsistencia del hombre, ya que independientemente de la vida en tanto nutrición y función básica, no se podrá hacer nada que esté sobre ella, por eso es necesario en primer lugar , saldar lo que esta parte del alma solicita: nutrición. Siguiendo de cerca esta esquematización, hay después una parte que se refiere a los deseos (orektikón), aquella que escucha al lógos, y se muestra luego de esta escucha (como atención), expresada en los deseos mesurados. Aquí encontramos a las virtudes éticas, es decir, como una mesura acompañada de lógos antes y durante la acción; sin embargo, no se puede olvidar que este acto ha partido de un deseo (órexis). Así “Y si hay que decir que esta parte tiene razón, será la parte irracional la que habrá de dividir en dos: una, primariamente y en sí misma; otra, capaz sólo de escuchar (a la razón), como se escucha a un padre[3]”. Esta parte que escucha, es la que delibera o desea, por eso este escuchar debe estar referido a escuchar a la voz del lógos, de ahí que la areté esté dada según el lógos[4].
Esta primera parte se está centrando en la parte irracional, no obstante hay una parte que está referida a lo racional, es decir la que tiene la posesión del lógos, y que nos distingue de los demás seres. Hay en esta parte algo que está referido a lo que no puede ser de otra manera, es decir un saber sobre lo universal[5] (kathólou). En esta parte (epistemiké) se encuentra la sabiduría (sophía), el entendimiento (noûs) y la ciencia (epistémê). Por otro lado tenemos lo que se refiere a lo que puede ser de otra manera, es decir, a lo contingente, en este caso de la praxis humana. Esta parte: bouleutiké, es la que en uso de los principios de la parte plenamente racional, manifiesta la virtud según el lógos. Por eso se trata de una “disposición (héxin) racional, verdadera y práctica respecto a lo que es bueno y malo para el hombre[6]”. En ese sentido, en lo que puede ser de otra manera debemos distinguir el cariz del lógos, ya que “llamamos a la primera, la científica (epistemonikón), y a la segunda, la calculativa (logistikón), ya que deliberar (bouleústhai) y calcular (logízetai) son lo mismo, y nadie puede deliberar sobre lo que no puede ser de otra manera[7]”. Por eso aquí debemos avizorar lo que supone el lógos a la hora de la deliberación.
Habiéndose señalado ya la relación entre el lógos y la deliberación (boúlueusis), debemos saber aquí, que ambas se unen en la phrónesis, porque la phrónesis apelará al lógos en el deliberar, de ahí que la phrónesis sea la condición necesaria de todas las virtudes éticas; ya que este detenerse a juzgar, es la premisa necesaria de toda práxis ética. Por eso la phrónesis muestra su resultado en una acción virtuosa. Se trata pues de una razón práctica, en la cual se relaciona el hombre con el mundo, ya que la mostración de esta razón particular debe estar enmarcada en relación a los otros. A la vez, no debemos perder de vista la definición de areté como una héxis, ya que la phrónesis siendo también una areté, es también una héxis. Por eso el peso de la experiencia en este modo de ser (hábito) que parte del lógos. No obstante, no es una forma virtuosa que se pueda enseñar, dado que cada individuo particular es distinto al otro, de ahí que las experiencias de uno no puedan servir para la vida práctica del otro. En ese sentido, el acento que se pone en esta virtud es sobre el carácter de poder ejercitarla en el discernimiento a través de la razón. Por eso se requiere que quede la inmanencia crítica de la inteligencia en la acción.
Pero si no se puede enseñar, sí se puede mostrar. Aquí el phrónimos, como aquel que posee el orthós lógos; es decir, la persona que a través de experiencia tras experiencia ha sabido acumular la faculta de discernir sobre lo bueno y lo mejor para él, de ahí que también deba ser lo que sea preferible para los demás. Se pasa así de la particularidad del yo, es decir, no se trata que sea únicamente bueno para mí, sino también para los otros. Por eso se dibuja una comunidad unificada bajo un principio visto en el más experimentado. Él muestra así que es lo mejor para todos, se pasa de un yo que juzga sobre lo bueno y mejor; y que además muestra que eso que ha obtenido de su juicio, es también lo conveniente para los demás.
Volviendo a la definición de la areté, recordemos aquí que la virtud también estaba dada por el phrónimos, es decir, no sólo la razón decía sobre el camino que debía seguir nuestro deliberar, sino que también aparecía la imagen del phrónimos como un paradigma. Así “si el deliberar bien (euboulía) es propio de los prudentes (phronímôn), la buena deliberación consistirá en una rectitud conforme a lo conveniente para el fin (télos) aprehendido por la verdadera prudencia (phrónesis alêthês)[8]”. Por eso el phrónimos ya ha aprehendido acerca de las pautas correctas para actuar, ya que está en posesión del orthós lógos, que ha podido brindarle la acumulación de experiencias.
La phrónesis se muestra como el camino recto que dirige nuestro avanzar, porque es un ir acompañado de la razón que está en posesión de la verdad, de ahí su carácter intelectual (como dianoética). Puede aquí servir la analogía del papel que juega la virtud como el camino alternativo de la orthó dóxa del Menón[9], ya que no se trata de una posesión plena de lo bueno (o de los principios) sino que es una luz que muestra la dirección y una pauta a conseguir según lo bueno. Por eso, esta virtud, es la que da sentido a las demás virtudes, ya que sin un discernir correctamente acerca de algo, ninguna virtud podría acertar en su cometido. Es de esta manera que la phrónesis da sentido a las virtudes éticas, ya que las virtudes, en tanto éticas, se empiezan a configurar a partir de una buena deliberación (euboulía) que supone ser la phrónesis. No se debe perder de vista además, que la phrónesis está determinada por la felicidad, ya que toda acción al estar dirigida a la felicidad, está felicidad debe tomarse de la mejor manera posible, y eso lo procura la phrónesis.
Se trata pues de una virtud que aúna a las demás, ya que se trata de encaminarlas según el lógos de lo bueno, no obstante hay que saber que no hay dos acontecimientos iguales en la vida de una persona u otra, en ese sentido no puede haber una regulación externa para cada acontecimiento particular. Por eso la phrónesis es una partida interior (uno mismo se lanza en su deliberar) que dirige la acción, por eso su peso también en el ejercicio personal e íntimo, para saber cuál es la mejor pauta. Siendo así, hablamos de una aplicación plena de nuestra razón práctica, por eso la phrónesis es el puente entre uno y otro ámbito del alma humana, es la que sabe de los principios de lo epistémico, pero su verdadera actividad se muestra en la acción concreta. A diferencia de la sophía (otra virtud dianoética), la phrónesis sí puede seguir el bien según lo particular. Además entre ambas también hay una complementación, ya que el deliberar lo hará según los principios que han sido dados por el nivel más alto, pero sin perder de vista su uso particular entre unos y otros. Por eso la phrónesis liga a todo el esquema, haciendo según los principios en las acciones puntuales de las virtudes que se requieren en la pólis, como el lugar de interacción de unos y otros.
NOTAS
No hay comentarios:
Publicar un comentario