“No deja de admirarme que los clásicos profesaranuna tesis romántica, y un poeta romántico, una tesis clásica” Jorge Luís Borges
INTRODUCCIÓN
La presente monografía enfocará la atención en la idea del arte clásico cómo paso del espíritu que desarrolla Hegel desde los parágrafos dedicados al arte en la Fenomenología del espíritu
[1], en la Enciclopedia de las ciencias filosóficas
[2], claro, y más detalladamente desarrollado en las Lecciones sobre estética
[3], pero particularmente se abordará al arte griego, ya que éste para Hegel completa no sólo la manifestación artística, sino a la vez cierra el círculo arte-religión-ética; en este sentido el arte como primer momento del espíritu absoluto para Hegel “pertenece a la esfera absoluta del espíritu y por ello se halla, según su carácter emitido, en uno y el mismo terreno que la religión, en el sentido más especifico de la palabra, y que la filosofía”
[4].
Siendo de esta manera el arte clásico griego un paradigma, ya que para nuestro autor el arte helénico es el primer momento de la manifestación sensible del espíritu, y además en dicho momento se reconoce en una misma representación la forma y el contenido, es decir, el sujeto y el objeto van unidos en la representación artística; pero no sólo mostrándose artísticamente sin más, sino a la vez cumpliendo un aspecto religioso y ético.
En este punto se debe diferenciar el arte en tanto arte y el arte de la religión revelada, porque mientras que en el arte clásico griego los dioses que van a ser representados no guardan ninguna relación directa con los hombres, sino, sólo representarán los aspectos éticos esenciales, que finalmente tienen una finalidad en el ethos de la polis; de esta manera se nota que no sólo es una representación artística de un motivo religioso, sino también que sirve de acceso a lo divino como esencia ética; por otro lado para el caso del arte de la religión revelada la misma plenitud del misterio cristiano hace imposible su manifestación artística. De este modo se entiende que para los griegos más que arte, es una forma de vida y esto en clara diferencia con lo que Hegel nota del arte religioso revelado, ya que en aquel sí existe una relación personal (hombre como ens creatum) en aquello que representa la divinidad (el Cristo revelado).
Antes de comenzar se debe tener en cuenta que dentro del sistema hegeliano se pueden reconocer dos triadas
[5] que nos mostrarán de una manera más clara lo que Hegel entiende por arte: La primera se refiere al paso del espíritu absoluto, que comienza por el arte, seguido por la religión y finalmente la filosofía, la cual resume el paso al espíritu totalmente conciente de sí, y de este modo dando paso a la lógica y al conocimiento absoluto; por otro lado la segunda triada se refiere al carácter histórico, el cual inicia en lo que Hegel llama la religión del arte (de la cual me ocuparé), luego pasa a la religión cristiana y finalmente llega a la filosofía. Todo esto dentro del marco del sistema hegeliano, por lo cual para esta monografía será importante entender lo que significa el arte como paso temporal y evolutivo del espíritu dentro de todo el sistema.
Hasta esta parte se ha dado una rápida mirada a las ideas sobre las cuales enfocará la atención la presente monografía; sin más que agregar paso a su desarrollo.
I. Religión
[6] Artística
[7]:
No nos basta saber el significado de Religión, no sólo en sus acepciones etimológicas
[8], y mucho menos qué puede llegar a significar dentro de una cultura; no obstante de algo se puede estar seguro al hablar de religión -es el vínculo que guarda el hombre con aquello que no tiene una explicación inmediata y que finalmente lo puede llevar a un plano del cual no puede dar cuenta racionalmente-. Siendo de esta manera las ideas religiosas, esta mediación y vínculo de acceso a lo divino se da para los griegos a través de la obra de arte
[9], ya que el reconocimiento de lo divino se hace a través de lo puesto por el artista en su obra. Este tipo de ideas han sido recurrentes desde Hesíodo y Homero, porque ambos de alguna u otra forma han sido los que les dieron los dioses a los griegos, desde las antiguas mitologías del Chaos y el Cosmos, y luego con los dioses olímpicos, la cultura helénica siempre reconoció a la divinidad en forma oral y tradicional desde los primeros poetas, de esta manera se empezaba a tener contacto con lo divino y luego estas ideas pasarían a representarse en forma artística (artes plásticas y demás).
De ahí que los artistas griegos son realmente poetas
[10] porque han creado los mitos
[11] que poco a poco se han convertido en el ethos común, además de haber establecido las pautas de cómo y de qué manera representar a la divinidad. Dado que este tipo de arte, siendo parte de una cultura artísticamente formada, despierta las sensibilidades particulares a la admiración, y mediante ésta (la admiración) hay un acercamiento a la cosmovisión común de la polis, no obstante aquello va más específicamente a mover a los espectadores hacia lo religioso, es decir, vincularse con lo divino en su darse artísticamente. Y que además no es una representación particular de lo bello, sino que al ser parte de la cultura puede concordar con una identificación común en el ethos de la polis.
De este modo la religión manifestada en su forma sensible se resume en la polis griega, porque “la polis griega es esa obra de arte que el pueblo griego hizo de sí mismo”
[12], y que es finalmente, en tanto religión, un mundo ético viviente y como comunidad “es una comunidad ética”
[13]. No basta imaginarnos una polis helénica para quizás entender qué tanto impacto dentro de la conciencia pudo causar el estar-ahí
[14] de lo divino, y éste mostrarse artísticamente por todas partes; pero además acompañado de la libertad artística que plasmó las más impresionantes obras de arte: porque sin libertad no habría lugar de haber podido representar lo divino y en palabras de Hegel “la obra de arte es igualmente, por tanto, una obra del libre albedrío, y el artista es el artesano del dios”
[15] y en tanto creador, es en el artista mismo donde parte la divinidad, que luego plasmará en la obra; sin embargo no puede partir sin libertad, ya que la libertad evoca y da cabida a aquello que de otro modo no podría fluir para representarse placidamente en la obra, y es en la libertad donde el espíritu logra su determinación suprema
[16].
De este modo “el arte bello (griego) posee la autoconciencia del espíritu libre y posee, por tanto, como condición suya, la conciencia de la insuficiencia de lo sensible y meramente natural frente a lo espiritual, hace de lo natural mera expresión de lo espiritual y es la forma interior la que se exterioriza”
[17], porque al no bastar lo natural sensible para manifestar en esencia un impacto de lo divino, y esto acompañado de la libertad creadora; se resume entonces en la manifestación del artista y su obra, y su obra es esencialmente producto de su libertad para crearla “pues la belleza artística, es la belleza generada y regenerada por el espíritu, y la superioridad de lo bello artístico sobre la belleza de la naturaleza guarda proporción con la superioridad del espíritu y sus producciones sobre la naturaleza y sus fenómenos”
[18]; por eso el arte clásico es la purificación del espíritu por la carencia de esa libertad anhelada, y esa necesidad para representar en su obra el carácter religioso es engendrada a través de la libertad del arte, y que posee el carácter liberador del espíritu, que es para Hegel paso necesario para la liberación, y el paso del arte a la religión y esta como religión revelada
[19]; sin embargo en la religión revelada como apunta Javier Domínguez: “para Hegel cristianizar el arte es sacrificarlo, pues condena de entrada su elemento; la apariencia de su visualidad queda rebajada a instrumento de catecismo, su visualidad ya no es apariencia en la que vale la pena demorarse”
[20].
Finalmente en la libertad el arte es verdadero, y cumple su función cuando ha sido puesto junto a la religión y la ética, y es además una forma de estar conciente de lo divino y expresarlo, ya que en las obras de arte las culturas han asentado sus intuiciones e ideas más íntimas, de esta manera para los griegos el arte puede llegar a convertirse en el umbral que accede no sólo a la religión, sino también a la sabiduría y que se resume en la predisposición de su ethos para que el círculo arte-religión-ética se cierre. Pero no hay que olvidar que el arte al cerrar el círculo y vincular lo divino y lo ético, cumple sólo su papel estacionario en un proceso histórico, ya que al finalizarse el arte deja su lugar a la religión revelada, así de esta manera el arte junto con la religión deben ser superados por la filosofía quedando así anulados dándole paso al espíritu
[21]; porque el arte en tanto representación para los sentidos mimetiza otras formas y es incapaz de presentar el absoluto en sí y por eso que debe ser superado. Terminándose así el paso del arte y su superación, de ahí que en la teoría estética de Hegel se pueda hablar del fin del arte y “la tesis del fin del arte no tiene sólo una explicación sistemática, sino que responde a un debate histórico concreto
[22]; ya que Hegel ha agotado toda especulación sobre el arte dentro del arte clásico, de ahí el cambio es casi radical en el arte romántico donde se pierde el equilibrio que había tenido lo bello en el arte clásico, y sus polos: el espiritual y el sensible se van separando cada vez más perdiendo el equilibrio que alguna vez había poseído.
II. Arte Ético
Para Hegel muestra completa del producto artístico, como pedagogía ética, es la tragedia
[23], y es así como nuestro autor considera la Antigona de Sófocles como “una de las obras de arte más sublimes en todos los aspectos, de todos los tiempos”
[24]. En todos los aspectos quiere decir aquí para nosotros -ético-, porque “el transito desde la razón al espíritu tal como está tematizado en la fenomenología sólo se hace comprensible al proyectar su contenido conceptual sobre el fondo de este drama de Sófocles”
[25]; de esta manera la tragedia puede vincular éticamente a los hombres con lo divino; sin embargo, se debe tener en cuenta y a la vez recordar que para los griegos “el hombre no es stricto sensu
de una divinidad (idea comprendida por los tres monoteísmos); en consecuencia, no se atreve a esperar que sus oraciones consigan establecer una cierta con los dioses”[26], y en este sentido cabe recalcar que el arte (como ya se dijo la cultura griega era una cultura artística) para los griegos no sólo es una representación externa de un mundo interior, sino que además es un acceso directo a la divinidad (no `a través´ de, como en la religión revelada) que participa en el ethos común, de esta manera el individuo trágico representa al individuo ético que convive con la cotidianidad, dado que los seres humanos mediante la tragedia “exteriorizan su esencia íntima, demuestran el derecho de su actuar y afirman serenamente el pathos al que pertenecen, libres de circunstancias contingentes y de la particularidad de las personalidades, en su individualidad universal”[27]. De este modo el individuo trasciende el horizonte de la moralidad subjetiva, y se sitúa en el plano de una moralidad objetiva y pública que Hegel llama eticidad, de esta manera la eticidad para Hegel es el transito de la razón al espíritu que por primera vez se dio con los griegos en la tragedia ya que dicho transito “simbolizado por Antigona en el hecho de pasar de la razón práctica y que supere los limites de la conciencia individual abstracta, y pase a una nueva figura de sujeto ético en la cual tanto la conciencia como el contenido de su obrar son, a la vez, universales y determinados”[28].
Por otro lado hay que resaltar que el darse de la tragedia es a través del lenguaje, para lo cual nuestro autor refiere que la divinidad se agrupa en un panteón cuyo elemento y cuya morada es el lenguaje[29] así para los griegos el lenguaje: 1) produce creaciones verbales irreales, 2) produce ilusiones en las mentes de los oyentes y espectadores y 3) produce un choque emocional[30] ; ya que el lenguaje es un contagio universal; por ejemplo al ser escuchado un himno la devoción es encendida en todos[31]. Esto por el lado ético de las representaciones verbales, y como ya se ha anotado, que el lenguaje no es estático al momento de representar alguna cosa, sino que ingresa a la conciencia del oyente, y posee un elemento dinámico, en tanto capacidad para mover la psiché, que finalmente se resume en un ethos; y claro, muy distinto de una representación escultórica o pictórica que se muestran, pero no llegan a conmover a la manera del lenguaje.
No obstante, dada la relevancia del lenguaje, Hegel considera a la escultura como la forma más acabada del arte clásico, porque ahí ve claramente que tanto espiritualidad y objetividad, y esto en la representación, entran en una sintonía reciproca; es decir, encuentran ambos su equilibrio pleno, porque al configurarse el espíritu bajo formas humanas (las esculturas clásicas) la idea y su representación son lo mismo. Ya en la tercera parte del presente trabajo se pasará a revisar cómo y por qué la escultura resume el ideal de la forma clásica del arte.
III. Ética Artística:
La experiencia primera que uno tiene frente a la obra de arte es en esencia la manifestación externa de las vivencias propias, y estas contrastadas con lo que se nos presenta, es decir el contemplador es a la par con la obra de arte, pues no sólo pone la sensibilidad, sino que pone también su experiencia personal, su saber, “pone sobretodo su cultura asimilada por el ethos ”[32]; como una segunda naturaleza, porque en la obra de arte se interactúa, y en el sujeto cultural hay tanta complejidad histórica y vivencial “que ya no se puede pretender un arte tan poderoso que se nos imponga con la reverencia y la sumisión, y de alcance comunitario y comunicativo que supone la religión para ordenar nuestras vidas y el mundo, ya que el arte griego tuvo su lugar histórico y sus efectos práctico éticos - políticos-sociales pertenecieron a la cultura de su época”[33].
Sin embargo el arte clásico no está del todo aislado porque aún, de una u otra forma, guardamos un conocimiento de aquel, se sabe que fue; pero el hecho de que haya sido y que esté relegado por el tiempo no le hace perder su esencia; es en este sentido importante rescatar la pretensión sistemática de nuestro autor, para el cual este tipo de arte sólo cumplía su función como peldaño estacionario hacia aquello que termina en el saber absoluto. Y en este sentido histórico y evolutivo, la escultura griega para Hegel simboliza ese estado perfecto y armonioso en el cual tanto espíritu como subjetividad se encuentran, es decir, el hecho de que la espiritualidad recaiga sobre la forma humana resume la conciencia de sí, que de muy distinta forma se dio en el arte simbólico, en el cual la forma no era la humana, pero de una u otra forma se retenía la idea artística, sin embargo los griegos supieron, o mejor dicho intuyeron más cabalmente la superioridad del hombre frente a la naturaleza, en el hecho de representar lo divino en forma humana[34]. Puede ser ejemplo el hecho de que las divinidades griegas no representan animales u formas maravillosas acerca de lo divino, sino lo divino es la figura humana, pero no sólo como figura, sino también cuando una característica ética es magnificada en la figura de los dioses. De esta forma Hegel reconoce también que el carácter representativo del arte posee tres estadios en la cultura griega: a) obra de arte abstracta en la que la divinidad se muestra en forma humana (himnos, estatuas); b) la obra de arte viviente, en la cual se rinde culto al hombre vivo (a los atletas en los juegos olímpicos) y c) el arte espiritual en el cual lo divino y lo humano encuentran su realidad en el lenguaje literario[35]. Notándose así que el arte griego se centra en el hombre, y desde él girará todo en sus más distintas representaciones.
Pero desde el hombre parte la divinidad, por eso el artista clásico es coproductor, verdadero poeta y co-formador[36] de lo divino; en ese sentido como en el ejemplo de las lecciones[37] el artista clásico puede parecerse a una bruja frente a un crisol, en el cual elabora una figura, mediante la cual quiere que todos los demás se inmiscuyan en eso divino que está ahí presente. En ese sentido el artista no sólo es creador, sino que sabe también interpretar a la naturaleza y reconocer en ella un designio divino que fluirá luego en su obra, muy distinto anota Hegel a lo que sucede en la época moderna, en la cual todo lo externo puede recibir una explicación física, perdiéndose aquello incognoscible que se podía dar a través del arte[38] .
De este modo la forma artística particular en la cual Hegel ve que todo este libre juego de representación[39] y plasmación artística, se da de una manera más pura es en la escultura; ahí el dios se muestra en forma placida, se muestra como humano, está cerca, se lo caracteriza como particular[40] (cada dios tiene una característica distintiva: el cabello, los ornamentos, el rostro, las acciones, etc.), y lo más importante, es que se muestra para ser imitado, es decir invita a la contemplación, y esta contemplación tiene un efecto en el ethos[41], ya que impulsa al contemplador a reconocerse ahí; por eso hay que recordar que la cultura griega fue artística y que además esta conciencia popular acerca de los dioses hace que la obra de arte incida otra vez en lo que ya por sabido se tenía acerca de los dioses, por eso se puede decir que la obra de arte griega es una invitación a lo religioso, de este modo la religión se conectará a la ética que tiene detrás; de este modo se cierra el círculo del cual se ha venido hablando.
Pero no sólo al cerrar el círculo ha terminado el cometido del artista y sus obra, luego es pues él es capaz de enfrentarse a la naturaleza y poder interpretarla, se sabe de eso que el artista posee una sensibilidad que posibilita en su obra poner de manifiesto aquello que de otra forma no tiene explicación; en este sentido cuando se abandone el arte y se pase a la religión revelada, aquella será la intérprete del mundo. No obstante el artista está más cercano a los demás, no es una voz que a habla a través de una revelación no experimentada; es a través de la obra del artista en la cual se reconozca finalmente de forma más directa aquello inexplicable, y esto inexplicable para los griegos comparte la forma humana, en ese sentido sólo maximiza sus cualidades, no ofrece algo externamente inalcanzable, sino que la obra invita a poder ser participes de esa esencia maximizada, que son básicamente particularidades éticas. De ahí que cada polis posea una divinidad que la caracterice, de este modo todos sus habitantes participan de esa esencia, y el resultado es que al caracterizarse con aquello deban, a la vez, manifestarlo.
Entonces el común habitante griego está cerca de lo divino, porque la obra de arte que tiene en frente suyo representa la divinidad, pero no sólo de forma externa sino que se combina todo en una cosmovisión completa, porque ese mismo Dios que tiene frente de sí tiene forma humana, pero no sólo lo reconoce en su forma como más cercano, a la vez, hay una tradición oral sobre la descripción de ese Dios, entonces se combina tanto la representación interna como la externa a la hora de estar frente a la obra de arte que simboliza lo divino. De esta manera el arte griego puede ser capaz de combinar arte con religión, y arte se vuelve religioso cuando puede vincular la representación interna[42] con la representación externa[43], de esta manera se vincula lo interno de la conciencia y se lo percibe afuera; de esta manera arte no hace más que poner fuera lo que estaba inserto en la conciencia, de ahí que la representación externa sea una suerte de volverse dentro de sí, y que finalmente todo esto se resuma en un ethos que propulse la convivencia religiosa dentro de la polis.
Conclusiones
El paso del espíritu ha dejado tras de sí muchas de sus etapas, desde la conciencia de sí subjetiva, luego el espíritu objetivo; no obstante cuando este espíritu se vuelve absoluto parece que ha llegado a su verdadera morada.
La entrada a esa morada casi celestial es el arte porque en aquel, el espíritu se encuentra ya a sí mismo; el espíritu ha tenido que perderse en la naturaleza y en el tiempo para luego encontrase, en un primer momento, en el arte. Es de esta manera como Hegel piensa al arte; el arte no ha sido más que un paso del secreto plan del espíritu, sin embargo en este paso se ha notado que el espíritu no sólo ha actuado como un solo paso sin más a través del arte, sino también en el arte se ha podido ya avizorar toda la magnificencia del lo que vendrá luego, es decir, la filosofía. Para los griegos el arte funciona de esta manera piensa Hegel, porque ahí es donde mejor simboliza su paso, el arte que vendrá luego ya ha perdido toda completud, además en las representaciones helénicas uno ve que el arte ya ha alcanzado esa sublimidad que se puede encontrar en la imagen divina cuando va mezclada con la humana. Para nuestro autor luego de perderse este equilibrio lo que vendrá ya no es arte en strictu sensu se tratará de representaciones que ya no podrán alcanzar el nivel del arte clásico; por ejemplo, ya dentro de la religión revelada es imposible representar el misterio divino porque está más allá, que a diferencia del arte clásico que iba acompañado de un ethos común, el arte de la religión revelada utiliza este arte como mera representación externa, mas no como una invitación a sentirse en mutua filiación de conciencia en lo representado.
Para nuestro autor de esta forma el arte griego es el más elevado, sin embargo es limitado por ser sólo arte. Su paso ha concluido, el espíritu lo ha dejado atrás, el tiempo ha pasado y ahora el arte le pertenece al tiempo, de manera que ya no nos podemos sentir de igual forma al estar frente de una estatua griega, ya que tenemos en nosotros la razón que se ha paseado por la historia acumulando cada vez más conocimientos que nos alejan de eso que para lo griegos simbolizaba la totalidad. El arte ha sido arrastrado por el tiempo, sin embargo en el arte puede alcanzar esa infinitud que anhela, quién sabe, sólo como la representación de eso infinito, porque el arte puede perpetuar hasta lo más efímero, por eso para Hegel el arte ha pasado, pero dejó tras de sí todo el camino del espíritu antes de volverse absoluto.
De esta manera en la religión del arte la figura del dios se ha asumido en la conciencia del espectador, y por lo tanto puede llegar a la singularidad en general. Esa capacidad de salirse de sí y llegar al espectador es propia del Dios, el cual simboliza el espíritu del pueblo ético, pero para Hegel el tiempo ha relegado esta función sólo al arte clásico, de este modo el estudio acucioso del arte para él debe ser acompañado de su historia, porque allí se puede saber qué relación tuvo con el lugar y la comunidad que le dio origen, y finalmente qué destino aquellos le dieron.
Es así que ya no se puede llegar a lograr ese ideal artístico, no por el arte, sino por nosotros por nuestra conciencia sobre el mundo y su historia. En este sentido sí se puede hablar de un fin del arte, ya que todo arte futuro ya no podrá sentirse y hacerse de igual manera.
Y para terminar no hay que olvidar que Hegel tenía mucha admiración por la cultura griega, no sólo en el arte, sino también en el pensamiento. Me pongo a pensar sobre él como el Hegel romántico que admira todo pasado, y que ve en éste como se ha ido moviéndose el espíritu. No con pena, sino con gran admiración porque para Hegel todo el paso del espíritu es circular y toda la verdad de la totalidad se la puede aprehender desde cualquier punto y a él le toco aprehenderla desde la filosofía. Por eso su mirada sobre lo bello es ya una filosofía del arte y que reclama ver el arte en su transcurrir histórico.
NOTAS
[1] HEGEL, G.W.F., Fenomenología del espíritu, traducción de Wenceslao Roces, México: Fondo de Cultura Económica, 1981. En adelante FDE.
[2] HEGEL, G.W.F., Enciclopedia de las ciencias filosóficas, traducción de Ramón Valls Plana, Madrid: Alianza Editorial, 1997. En adelante ENC.
[3] HEGEL, G.W.F., Lecciones sobre estética, Traducción de Alfredo Brótons Muñoz, Madrid: Akal, 1989. En adelante LEC.
[4] LEC. p 77.
[5] J-M. Schaeffer al respecto anota que la triada arte- religión - filosofía esta al trasfondo del espíritu absoluto en la fenomenología del espíritu; mientras que la segunda triada: religión del arte – religión cristiana filosofía; se muestra en un proceso histórico que está presentado en la enciclopedia. Cfr. de SCHAEFFER, J-M. Art of the modern age: philosophy of art from Kant to Heidegger, New Jersey: Princeton university press, 2000, p. 150. Y aquí es pertinente la afirmación que Graus Vieweg refiere sobre la filosofía de Hegel ya que es inseparable de su historia, y además el arte también supone su propia triada: arte simbólico – arte clásico – arte romántico, en este sentido el arte clásico es el centro no sólo en un transcurso histórico del arte, sino también al ser el centro, también es el equilibrio del arte donde se reconocen espiritualidad y subjetividad, mientras que el arte simbólico es una espiritualidad natural y la modernidad romántica es una espiritualidad libre. Cfr. de El arte como “punto medio” y su clasicismo, en: Estudios de filosofía 32 (2005), p. 100-102.
[6] En palabras del propio Hegel: “La religión se sirve bastante a menudo del arte para acercar la verdad religiosa al sentimiento o para figurativizarla para la fantasía, y en tal caso el arte está por supuesto al servicio de un ámbito distinto a él. Sin embargo, allí donde se da en su suprema perfección el arte, allí contiene éste, precisamente en su modo figurativo, la clase de exposición que mejor se corresponde y más esencial es al contenido de la verdad”. LEC. p. 78.
[7] La exposición completa de la idea está presente en el parágrafo 562 de la enciclopedia; y sobre esto se agrega en las lecciones “la religión griega es la religión del arte mismo”. LEC. p. 322.
[8] Tanto de Relego: (en sustantivo religio –onis-) atención escrupulosa, conciencia; o también de Religo: (de re y ligo) atar, amarrar, sujetar; vincular, conectar. Cfr. BLÁNQUEZ, A. diccionario Latino-Español, Barcelona: Sopena, 1965.
[9] En palabras de J-M. Schaeffer “The relationship between art and religion, and maintains that only Greek religion realized the authentic essence of religion, because it alone is as religion of beauty.
Cfr. SHAEFFER (2000) p. 147.
[10] Del griego poiêtês: creador; poeta. Cfr. PABÓN J. Diccionario Griego-Español, Barcelona: VOX, 1967. Es importante también lo que Hegel anota en la fenomenología donde el artista experimenta en su obra el no haber creado una esencia igual a él. FDE. p. 412; También en LEC. p. 78 ss.
[11] El artista es el dueño del dios. Cfr. ENC. Parágrafo 560.
[12] MARRADES, J. El trabajo del espíritu: Hegel y la modernidad, Madrid: Mínimo transito, 2001, p 357.
[13] ENC. parágrafo 556.
[14] Parafraseando un término técnico de Hegel. (Dasein)
[15] ENC. parágrafo 562.
[16] LEC. p. 75.
[17] ENC. parágrafo 560.
[18] LEC p.8; sobre este punto BLOCH, E. apunta que lo bello, en la teoría estética de Hegel, se da en el arte y no en la naturaleza y esto en clara diferencia con Kant. BLOCH, Ernst. Sujeto-Objeto: el pensamiento de Hegel. México: Fondo de Cultura económica, 1985. p 258 – 262. Véase para este punto los parágrafos 41 y 42 de la crítica de la faculta de juzgar de Inmanuel Kant.
[19] ENC. parágrafo 563.
[20] DOMÍNGUEZ, .J. ¿Religión del arte o comprensión del arte? La crítica del Hegel al Romanticismo, en: Estudios de filosofía 28 (2003), p. 139.
[21] ZSONDI, Peter. Poética y Filosofía de la Historia. I: Antigüedad y modernidad en la estética en la época de Goethe. La teoría hegeliana de la poesía. Madrid: Visor: 1992. p. 165.
[22] DOMÍNGUEZ, J. (2003), p 123.
[23] J. Ripalda la denomina ética comunitaria. Cfr. RIPALDA, José María. Fin del clasicismo: a vueltas con Hegel. Madrid: Trotta, 1992, p. 164.
[24] LEC. p. 341.
[25] MARRADES, J. (2001). p. 350.
[26] ELIADE, Mircea. Historia de las creencias y de las ideas religiosas. I: De la prehistoria a los misterios de Eleusis. 4 Vols. Vol. 1 p 276 Parágrafo 87 ss.
[27] FDE. p. 425.
[28] MARRADES, J. (2003), p 355.
[29] FDE. p. 421
[30] TATARKIEWICS, Wladyslaw. Historia de seis ideas: arte, belleza, forma, creatividad mimesis experiencia estética. Madrid: Tecnos; Alianza Editorial. 2002. p. 128.
[31] FDE p. 413; para lo que luego Colomer anota “la estatua con su quieta serenidad representa lo divino estable, el himno con su fluidez representa lo divino móvil. La unidad de ambos momentos se da en el culto. En el culto nos encontramos ya con el doble movimiento de la divino que desciende a lo humano y de lo humano que asciende a lo divino en unidad inmediata” Cfr. COLOMER, E. El pensamiento alemán de Kant a Heidegger. 3 Vols. Barcelona: Herder, 2001. Vol. II p. 312.
[32] DOMÍNGUEZ, J. (2003) p. 130.
[33] Ibid. p.141.
[34] “mientras que para el artista simbólico todo parte de la imaginación, para el artista clásico trabaja (bildet) también para un mundo de la religión dada, cuyos materiales dados y representaciones (vorstellung) mitológicas va serenamente desarrollando en el libre juego del arte”. LEC. p.324.
[35] Véase FDE. los parágrafos finales dedicados al arte.
[36] LEC. p. 353.
[37] Ibid. p. 353.
[38] Ibid. p 354 – 355.
[39] El ternito usado es Vorstellung, y para entender este concepto Charles Taylor anota en el capítulo que dedica al arte “As a hegelian term of art used of a mode of thought which relies on images instead of being purely conceptual. This is the mode of thought proper to religion”. Cfr. TAYLOR, CHARLES. Hegel. Cambridge: Cambridge university press, 1965.p. xii.
[40] “La escultura, en la medida en que lleva a intuición los ideales divinos puros y tiene que representar (darstellung) el carácter y la expresión sólo en el cuerpo vivo, dejará aparecer del modo menos visible la individualización exterior última, pero esto también se hace valer en este ámbito: por ejemplo, el peinado, la clase de melena, no con fines simbólicos sino para una más precisa individualización”. LEC. p. 365.
[41] “Las divinidades representan las particularidades éticas, así por ejemplo Atenea representa la mesura y la ponderación, Ceres el elemento espiritual del orden ético y así…” LEC. p. 360.
[42] A esto Hegel denomina Vorstellung
[43] A esto Hegel denomina DarstellungBIBLIOGRAFÍA:
HEGEL, G.W.F Lecciones sobre la estética. Tr. de Alfredo Brótons Muñoz. Madrid: Akal, 1989, 933 p.-
- Fenomenología del espíritu. Tr. de Wenceslao Roces. México: Fondo de Cultura Económica, 1981, 483 p.-
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ARTÍCULOS
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