domingo, 4 de mayo de 2008

El Romanticismo y los griegos


SOBRE EL ESTUDIO DE LA POESÍA GRIEGA





FRIEDRICH SCHLEGEL (1772 – 1829)

Junto con Friedrich Schlegel, August Schlegel, Ludwig Tiek, Novalis entre otros, asistimos al inicio del Romanticismo. Desde un inicio éste se presentaba con una profunda admiración por los ideales clásicos, así lo demuestra el profundo interés de nuestro autor por la cultura griega además por sus continuos estudios sobre filología clásica griega y latina. De esta manera él ve a través de las literaturas antiguas un espíritu anhelable, un espíritu que quiere hacer renacer en la poesía romántica; estamos hablando de finales del ciclo XVII e inicios del XVII, tiempo por el cual la literatura de esa época quería plasmar lo ideales clásicos, ya que hasta esa época estaban muy en boga estudios como los de Winckelmann que incitaban a la admiración por lo antiguo. Es así como F. Schlegel A. Schlegel (hermanos) de una u otra forma son los propulsores e iniciadores de la primera etapa romántica, la que admira lo clásico. Incluso F. Schlegel organizó el primer cenáculo romántico en Jena.

Ya desde sus primeros estudios se muestra más como crítico de las relaciones entre el mundo antiguo y moderno que como simple filólogo. Así aparece en sus obras: Griegos y romanos (1797), Sobre el estudio de la poesía griega (1797) e Historia de la poesía de los griegos y de los romanos (1798). En ellas delinea una contraposición entre poesía objetiva del mundo clásico y poesía interesante de la modernidad. La intención de estos trabajos es contraponer la fragmentación y artificialidad del mundo moderno con la armoniosa e instintiva naturalidad de la antigüedad. no obstante Schlegel cree que es inútil abandonarse en la nostalgia por el clasicismo perdido, puesto que está convencido de que el arte moderno tiene en sí el potencial para superar su abstracta subjetividad y para renovar el carácter de la cultura antigua por medio de un proceso de autorreflexión capaz de admirar y comunicar los ideales poéticos clásicos para la poesía romántica de su época. Es así como delinea una idea de la poesía trascendental, capaz de mediar en una síntesis superior el contraste entre la bella Antigüedad y el desgarramiento del tiempo presente.

Iniciador de lo que él denominará “ironía romántica”, que es un principio del Romanticismo; dicho principio que trata de la dicotomía que aparece entre la idea perfecta del autor y la imperfección de su obra creada. Posee además gran agudeza que le hace pensar que toda poesía futura debe encerrar elementos filosóficos, mitológicos y religiosos. Es decir debe actuar como la poesía clásica antigua.

De esta manera aparece un ensayo denominado “Sobre el estudio de la poesía griega” que mezcla elementos románticos, admiración por lo clásico, y más aún, una profunda crítica a la literatura alemana de su época. Porque para él lo bello debe existir[1], de esta manera todo discurso sobre lo bello debe poseer ese espíritu, aunque sólo en parte. Se trata entonces de un estudio sobre lo clásico con miras a perfeccionar el gusto y el arte alemán.

Pero la crítica alcanza todas las pretensiones modernas acerca de las teorías sobre la belleza y como él mismo aprecia:

Si hay leyes puras de la belleza y del arte, entonces tienen que ser válidas sin excepción; pero si se toman esa leyes puras como norma de apreciación para la poesía moderna sin una determinación más concreta y sin una pauta de aplicación, por lo tanto no se puede por menos de juzgar que la poesía moderna no tiene en absoluto ningún valor. Ni siquiera tienen pretensiones de objetividad, lo cual es la primera condición del valor estético puro absoluto y su idea es la fuerza estética subjetiva[2].

Se trata para él de entablar una relación entre lo ideal y lo real, ya que la poesía moderna no ha alcanzado su meta o su aspiración no tiene ninguna dirección; no cuenta para él hasta el momento con una dirección precisa. Le falta a la poesía moderna la armonía, perfección, serenidad y satisfacción que puede surgir de una belleza que deba ser completa y constante. De esto modo a sus ojos la poesía moderna está en completo desorden, en una completa anarquía que no conoce el espíritu de su historia[3]. Por eso las preguntas a las que debe dar respuesta la poesía moderna son acerca de su objetivo y los medios para lograr ese objetivo. Pero antes de contestar a esas preguntas hace referencia a las características que la hacen permanecer en ese estado: 1) imitación del arte antiguo que no ha desistido incluso tras muchos fracasos, 2) la relación entre teoría y práctica que debe poner una meta clara y orientar al arte, 3) los contrastes claros entre el arte elevado (clásico) y los inferiores (los que se propagan en su época), 4) el predominio total del individualismo y 5) un inalcanzable afán por lo impactante que no satisface las ansias. De esta manera los únicos estamentos capaces de hacer salir a la poesía moderna de esa traba son la libertad o la naturaleza, que son las que dan a la formación humana el primer impulso determinante en relación con el cambio. Luego nota que el primer artista que sintoniza para él con este tipo de ideas es W. Shakespeare, porque esa libertad debe ser exuberante y de este modo a Shakespeare “nada es tan repugnante, amargo, indignante, asqueroso, vulgar, horrible como para no sustraerse a ser representado por él, mientras sea necesario para sus objetivos[4]”. De ahí que en Shakespeare se reconozca el camino que guía hacia la superioridad de la literatura, a su summum. Y a través de esas pautas F. Schlegel hable de una cultura estética que: 1) sea un progresivo desarrollo de una habilidad que eleva el talento originario y 2) sea una suerte de legislación absoluta que ordena la fuerza, y que zanja entre las bellezas aisladas y exige la concordancia de todas según la necesidad del conjunto; impone de esta manera rigurosa corrección, armonía y perfección. Y todo esto para lo que él enuncia “entrar en el sancta santuorum de las musas[5].

No obstante la totalidad de requerimientos deben poder contestar e estas preguntas:
- ¿camina la divinidad también sobre forma humana?
- ¿puede lo limitado ser alguna vez perfecto, lo finito consumado, lo individual universal?
- ¿hay entre los hombres un arte que deba ser llamado el arte sin más ni más?
- ¿hay obras mortales en las que se haga visible la ley de la eternidad?

Y para nuestro autor todo esto ya se dio entre los griegos porque “sólo entre los griegos el arte estuvo siempre igualmente libre de la fuerza de la necesidad y del dominio del intelecto, y desde el primer comienzo de la cultura griega hasta el último momento en el que aún vivía un soplo de auténtico carácter griego[6]”. De esta manera al mito griego es como la copia más fiel en el espejo más claro, el lenguaje metafórico más determinado y más tierno para todos los deseos externos del ánimo humano con todas sus contradicciones, tan maravillosas como necesarias[7].

Así como el padre de los dioses mide pensativo el destino de los guerreros en el decisivo platillo de la balanza, así Homero, con artística sabiduría, hace hundirse y subir a sus héroes no por capricho y causalidad, sino según las sagradas decisiones de la humanidad más pura[8].

Se trata pues de hacer reconocer que la belleza griega de interés común, lo que posibilitaría la unión estrecha entre ambas poéticas. De esta manera no se hace posible el reconocimiento, sino además se tiende a hacer desaparecer ese tipo de poesía moderna que ha descrito como negativa en el sentido de que no actúa en un sentido global como la poesía clásica. Son claras diferencias que hay que rescatar entre la poesía antigua y la moderna, sin embargo esta crítica se conduce tanto hacia lo antiguo y hacia lo moderno. Por eso se reclama que se vea que hay un origen común de ambas que permita de alguna manera reestablecer esos ideales.

Schlegel de esta manera puso las pautas de lo que el Romanticismo empezaba a discutir, no se trata entonces de un estudio si más, sino que su propósito fue crítico hacia una decadente pretensión moderna que no alcanzaba las metas de una verdadera poesía.

BIBLIOGRAFÍA

SCHLEGEL, Friedrich von. Sobre el estudio de la poesía griega. Traducción de Berta Raposo. Madrid: Akal, 1996.
ARNALDO, Javier (ed.) Fragmentos para una teoría romántica del arte. Madrid: Tecnos, 1987.






ARTÍCULOS
DOMÍNGUEZ HERNÁNDEZ, Javier, “¿Religión del arte o comprensión del arte? La crítica de Hegel al Romanticismo”, en: Estudios de Filosofía, no. 28, 2003, pp. 123-142.
[1] Cfr. SCHLEGEL, Friedrich von. Sobre el estudio de la poesía griega. Traducción de Berta Raposo. Madrid: Akal, 1996. p. 51 (en adelante SEPG).

[2] SEPG p. 53
[3] Cfr. SEPG. p. 63-64.
[4] SEPG. p. 80.
[5] Ibid. p. 94.
[6] Ibid p. 96 ss.
[7] Ibid.
[8] SEPG, p. 101.

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