Ya habiendo partido de una premisa clara, muy a la manera aristotélica de encontrar un principio seguro para a partir de ello poder demostrar lo que sigue, me es necesario aquí recapitular algunas ideas que desarrolla Aristóteles en su ética. El estagirita pone mucho énfasis en el éthos, es decir, en aquella forma cultural que ha tenido ya un largo transcurso y que finalmente se ha asentado en una pólis (como comunidad humana compartida). No hay que perder de vista aquí, que las pautas morales ya están inscritas dentro de un grupo humano, sólo se han ido reafirmando, además los parámetros para lo bueno y lo malo ya están notoriamente delimitados por las virtudes y los vicios que se manifiestan dentro de una comunidad epistémica. De estos dos ámbitos (virtudes y vicios) se debe recordar que se tienen como referencias externas, no se trata de una interiorización de los principios a primera mano.
El hombre posee un érgon, es decir la función según su naturaleza que debe cumplir. Se quiere que esta función se haga de la mejor manera posible, en ese sentido, se está a la búsqueda de una pauta como directriz al momento de actuar. A la manera de una guía que nos encamine por el mejor camino por el que se deba optar. La luz que guía dicho camino, como la posibilidad de acceder de la mejor manera posible a ese érgon, está dada por la virtud, es decir la virtud es la posibilidad de hacer mejor según nuestra función natural. Recordemos aquí la definición de virtud para empezar a recapitular algunos conceptos.
Es, por tanto, la virtud un modo de ser (héxis) selectivo (proairetiké), siendo un término medio (mesótês) relativo a nosotros (prós hêmas), determinado por la razón (lógos) y por aquello por lo que decidiría el hombre prudente (phrónimos)[1].
Quiero aquí empezar rescatando algunas ideas que me servirán luego para equiparar esta postura con la humeana. Se sabe de aquí que la virtud es un hábito, es habituarse a hacer tal o cual cosa; dicho hábito debe manifestarse en una elección puntual, debe darse en la praxis. Esta elección debe tener como referencia a la razón, es decir antes de elegir debe haber una deliberación, y esa deliberación debe estar acompañada de razón. Pero no sólo la razón da las pautas para la acción, sino que también está dada por el phrónimos, como aquel hombre de experiencia que ya sabe acerca de lo bueno y lo mejor, y además lo puede mostrar según su actuar. Un breve paréntesis aquí me hace tener en cuenta un paso previo en esta elección de lo virtuoso. El estagirita también dice que toda acción está motivada por un deseo, un deseo que es la causa de movimiento en la acción. En ese sentido se desea conseguir un fin, para el caso de la ética el fin al cual se dirigen todos nuestros deseos es la felicidad. No obstante para conseguir lo que los deseos mandan, se debe hacer a través de una deliberación, es decir la posibilidad de sopesar cuál es la mejor opción para llegar a dicho fin. La deliberación se dirige a los medios, que dan la posibilidad de llegar a conseguir lo que el deseo manda. Por ejemplo todos deseamos salud, no obstante se delibera sobre los medios para conseguirla. De ahí que si se quiere tener buena salud se deba comer sanamente, practicar alguna actividad física, etc. Finalmente esta deliberación se hace patente en la elección; la elección manifiesta factualmente el resultado del deliberar. Entonces el ciclo es como sigue: se empieza teniendo el deseo sobre algo (órexis), este deseo es la causa motriz hacia el fin que se quiere alcanzar, luego se pasa a deliberar (boúleusis) sobre cuál es la mejor manera de llegar a ese fin, es decir el deliberar ya nos pone en el camino hacia lo que el deseo dictó; finalmente la elección (proaíresis) es la que manifiesta en la praxis, todo lo anterior. Aquí quiero rescatar una idea muy importante y que la anuncié en el inicio, me refiero a la deliberación y el juicio valorativo como pautas para alcanzar algo de la mejor manera posible. La deliberación (boúleusis) es propia de una virtud que Aristóteles llama dianoética, me refiero a la phrónesis. Aquí me es útil rescatar dos ideas centrales acerca de esta phrónesis. Se sabe de esta virtud, que versa sobre lo que sí puede ser de otra manera, es decir sobre lo contingente. Pero estando en el nivel de virtud intelectual, va a actuar sobre principios claros, que han sido dados por el noús, es decir como la universalización de los principios acerca de lo bueno y lo mejor para el hombre. Pero si su aplicación es sobre las cosas que pueden ser de otra manera, tiene que conectarse con las virtudes éticas, es decir, con aquellas que sí actúan en el nivel de los hombres. Entonces la phrónesis es la que da contenido a las virtudes éticas. Ya que, lo que se quiere aquí resaltar, es la posibilidad del juicio acerca de lo bueno y lo malo; además, si dicho juicio parte de una deliberación que está acompañada de razón o de phrónesis se manifestarán los principios que en un primer momento se han dado en un nivel intelectual.
Aquí quiero que no se pierda de vista el carácter de la deliberación como la unión de principios en la acción concreta. Dado que lo que aquí pretendo destacar es la posibilidad de tener directrices en la acción, desde las cuales se puedan encaminar todas las acciones particulares.
Notas:
[1] Aristóteles, Ética Nicomáquea, traducción de Julio Pallí Bonet. Madrid: Gredos 1985. EN. 1106b 35 – 1107a 1
[1] Aristóteles, Ética Nicomáquea, traducción de Julio Pallí Bonet. Madrid: Gredos 1985. EN. 1106b 35 – 1107a 1
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