miércoles, 14 de octubre de 2009

Nietzsche: Nihilismo y Metafísica (Conferencia del día 20 de octubre de 2009)




 Sumilla:

"Una entrada a la filosofía de Nietzsche se puede dar a través del Nihilismo, este nos invita a pensar en esa nada que es el resultado de la perdida de la totalidad. Sin embargo, no es una nada a secas, se trata de llenar ese vacío dejado por la pérdida de la totalidad a través de la voluntad. En ese sentido, la ponencia indicará cómo reconocer dicha dinámica en la filosofía de Nietzsche especialmente teniendo en cuenta su Zaratustra"

Si entendemos a la filosofía como una teoría que el hombre se ha permitido crear, como una especulación sobre principios y causas de la realidad. Así, llevándola a un nivel meta-físico, entendido aristotélicamente como una ciencia capaz de especular sobre los primeros principios y causas. Así, ubicando terreno seguro en la teoría, pero después de tanto esfuerzo intelectual cabe la pregunta que Nietzsche enuncia sobre la pérdida de la esa seguridad.


Nietzsche se encuentra en la tensión final, en los límites de la Metafísica. Aquella que según Heidegger ha sido una ontología-teológica, es decir, aquello que siempre ha situado al ser de los entes en un ente superior un ente perfectissimus: un dios. En ese sentido, si se pierde esa base segura del conocimiento y de todo lo demás, qué pasa si ese dios, que actúa como sustento de toda racionalidad ha de perecer ¿acaso la totalidad de las cosas ha de derrumbarse y evaporarse? La verdad es pues el último humo de la realidad extinta.
Nietzsche como él mismo dice de sí en Ecce Homo, “¿por qué soy un destino?#” Ahora él es el resultado de una historia, una historia de una época (epokhé) del ser. La filosofía, entonces, ya no podía seguir siendo una metafísica, una metafísica que no era consciente de su error y de sus límites. Nietzsche así le muestra su error, pero él mismo al pretender hacer una anti metafísica no puede, a su vez, dejar de hacer metafísica. No obstante se permite poner en cuestión estos conceptos de la razón “Dios, inmortalidad del alma, redención, más allá#”, pero lo que sigue es ¿qué puede resultar si es que eso que desde siempre ha sido base segura para el hombre, ha de perecer?

Dios ha muerto es la premisa de su filosofía, (aquí la referencia a la pérdida de toda racionalidad) aquel ente perfecto que daba sustento a todos los entes particulares, ha perecido así lo enuncia el parágrafo 125 de Gaya Ciencia “¿dónde está Dios? Os lo voy a decir. Le hemos matado; vosotros y yo, todos nosotros somos todos sus asesinos. Pero ¿cómo hemos podido hacerlo? ¿Cómo pudimos vaciar el mar? ¿Quién nos dio la esponja para borrar el horizonte? ¿Qué hemos hechos después de desprender a la tierra de su sol? ¿Dónde conducen ahora sus movimientos? (…) ¿Flotamos en una nada infinita? ¿Nos persigue el vacío con su aliento? (…) ¿No oís el rumor de que los sepultureros que entierran a Dios?#”

Ahora la pregunta es: ¿qué hacer cuando el suelo seguro que sostenía todo ha caído, ha desaparecido? ¿Qué pasa cuando no hay una razón capaz de sustentar la totalidad de las cosas? Si se ha vaciado el mar, ¿qué puede llenar ese espacio tan grande? Si se ha borrado el horizonte ¿qué vamos a ver ahora? Si se ha desencadenado a la tierra de su seguro asidero ¿a dónde ha de vagar? 

Toda filosofía empieza con una pregunta, las preguntas que nos aparecen son acerca de qué puede llenar un espacio vacío, qué haremos sin ese suelo seguro y hacia dónde iremos. Resultado de esa pérdida es lo que podemos entender como nihilismo, aquella nada que resulta de la pérdida del todo. Premisa de esto ha sido la muerte de Dios, pero de aquello resulta que todo valor ha perdido su esencia, su ser valor; hay pues una desustancialización de todas las cosas. No hay idea de valor, no hay una directriz. Aquello Nietzsche lo entiende como el último hombre en su Zaratustra, es decir, aquel que ha perdido el sol que sustentaba el mundo, pero se dirige instrumentalmente con una luz precaria y provisional, y en sentido estricto, no auténtica. 
Zaratustra lleva a los hombres el superhombre# ya que “el hombre es algo que debe ser superado#”, el último hombre se pregunta “¿qué es amor? ¿Qué es creación? ¿Qué es anhelo? Así pregunta el último hombre y parpadea#” Ya que el último hombre es el que resulta de tal pérdida, es aquel rebaño sin pastor#. Pero de esa pérdida Nietzsche está presto a indicar una salida, ya que lo que quiere mostrar con la figura del superhombre es una salida auténtica del hombre capaz de crear sus propios valores. Que el hombre encienda una antorcha, que se permita iluminar por sí mismo la oscuridad que ha resultado por la pérdida del sol. Así, más adelante en los discursos de Zaratustra encontramos la serie de transformaciones que ha de sufrir el último hombre para iniciarse como un superhombre. (Camello-León-Niño)
El superhombre, entonces, es la realización de aquello que en el hombre, y en los demás seres, hace patente la vida. Aquella salida, que sin más, lo provee de lo que quiere. Esa salida al mundo la hará a través de la voluntad; que aquí entenderse como pulsión vital, casi casi, lo que llamamos o llamaríamos irracionalidad. No olvidemos aquí que Nietzsche al iniciar el camino que el superhombre debe transitar, ha de sufrir varias transformaciones#, y finalmente lo compara y hace la analogía de él con un niño. Es decir, una voluntad sin trabas, “un santo decir sí#”. Ya que ahora se reclama al hombre como creador, creador de aquello que antes le venía de fuera; y así habla Zaratustra “Sí, hermanos míos, para el juego del crear se precisa un santo decir sí; el espíritu quiere ahora su voluntad, el retirado del mundo conquista ahora su mundo#”. Es un crear afirmativo, una afirmación de la voluntad, una voluntad que se convertirá en una voluntad de poder.

Nietzsche reafirma a la voluntad como sustento de todo lo ente, por eso él aún está pensando metafísicamente, ya que piensa que el ser del ente, en este caso, es la voluntad, y la voluntad como voluntad de poder. No ha pensado la diferencia entre ser y ente, sino que sitúa al ser del ente en la voluntad. Así, aún está inmerso en la subjetividad moderna, el sujeto fundador desde sí mismo.

Heidegger empieza entonces a interpretar de esa manera lo que Nietzsche quiere indicar con la muerte de dios, y la nihilidad del último hombre. Pero eso Heidegger quiere indicarlo como un resultado histórico, en el cual el hombre se sitúa sin el techo que siempre lo había protegido. Ahora se trata del un nihilismo, como resultado de la supresión de todo sustento del valor, por eso dios y su muerte son una premisa y un resultado. Premisa porque inicia así la autoafirmación del hombre en cuanto tal y su voluntad, y resultado porque todo sumo valor cae por su propio peso, ya que si el infinito es tan grande, un día ha de caer. Es un medio día que Zaratustra se encarga de anunciar, una luz sin sombras; dado que ya no se ha de pensar en un mundo suprasensible que se contraponía al mundo verdadero, acaso “el mundo verdadero se ha convertido en una fábula#”. No, eliminando el mundo suprasensible se elimina también el aparente. El resultado es el mundo en cuanto tal, aquella idea que Heidegger quiere rescatar, ya que se ha de reclamar al hombre que piense el mundo como el mundo es realmente, no un mundo desvirtuado por la metafísica. Cuando la onto-teología se desvanece aparece el nihilismo ad portas, todo techo que protege al hombre lo deja más sólo y más enfrentado a sí mismo: humanamente humano. De esta manera Heidegger puede decir “La metafísica es el espacio histórico (metafísica como epokhé del ser) en el que se convierte en destino el hecho de que el mundo suprasensible, las ideas, Dios, la ley moral, la autoridad de la razón, el progreso, la felicidad de la mayoría, la cultura y la civilización, pierden su fuerza constructiva y se anulan#”
Por eso cuando Heidegger se propone ver en la metafísica de Nietzsche lo hace porque “Volver a pensar la metafísica de Nietzsche se convierte en una meditación sobre la situación y el lugar del hombre actual, cuyo destino, en lo tocante a la verdad, ha sido escasamente entendido todavía#” Se trata de un pensamiento preparatorio que aún no ha encontrado tallo, ni fruto#. Porque se trata ahora de pensar al hombre como nunca antes se lo había pensado. Porque antes el hombre se entendía como ens creatum, y como imago dei. Pero, qué pasa si se pierde la imagen del creador, quién dará cuerda a esa máquina que es el hombre, de quién tomará su imagen, si es creado, dónde se encuentra el creador. Ya no hay tal creación ni tal imagen. Es el destino más cercano a sí mismo que se ha podido señalar.

Pues “no hubo antes acto más elevado, los que nazcan después de nosotros pertenecen a una historia más elevada#. Supone esa pérdida un regreso al hombre creador, no ha otro que cree por él. Se afirmará así la voluntad de poder, y voluntad como querer y poder como crear. Así, no tendrá que haber ningún dogma que paralice esa creación y autoafirmación humana, por eso la caída del dogma es una consecuencia, no una causa del nihilismo, y “Nietzsche entiende por nihilismo la desvalorización de los valores hasta ahora supremos#” Así en palabras de Nietzsche podemos agregar “El nihilismo incompleto (negativo) sus formas: vivimos en medio de ellas. Los intentos de escapar al nihilismo, sin necesidad de una transvaloración de los valores anteriores traen como consecuencia lo contrario y no hacen sino agudizar el problema#”. Si se ha caído en esa nada se pasará a esforzarse a escapar de ella, la única salida es crear nuevamente lo que el valor antes había creado para nosotros. No es pues un nihilismo inactivo y pasivo, como el del último hombre; sino, un nihilismo activo aquel que crea valores aquel en el que el santo decir sí afirma la vida pulsional de la voluntad. Nietzsche interpreta de esta manera a la ética y la religión, por eso el ve el resultado negativo que ha resultado de ocultar lo que es voluntad que afirma la vida en el hombre “El cristianismo dio de beber vino a Eros:- éste, ciertamente, no murió, pero degeneró convirtiéndose en vicio#” ¿Acaso es una irracionalidad tapada por una razón ya no sustentable?

De la desvalorización de todo lo valioso se pasa a una idea de una transvaloración radical de los valores -hasta antes supremos-. No obstante, eso no le compete al hombre, sino al superhombre, aquel anunciado por Zaratustra. Así se convierte este personaje en un portavoz, en el que lleva la palabra delante de nosotros (fürsprech), así explica y aclara aquello de lo que y para lo que habla#”.

El portavoz de la voluntad de poder, ya que todo ente es voluntad de poder, como voluntad creadora y de un eterno retorno de lo mismo. Es un enfrentarse a los abismos de la metafísica, al pensamiento abismal de Zaratustra, aquel que se permite señalar los límites de lo humano, demasiado humano, por eso no es pues una repetición de lo mismo, sino, de una afirmación, de una autoafirmación. Un hombre no es capaz de llegar hasta allí, por eso la prédica del superhombre “aquel hombre que va más allá del hombre que ha habido hasta ahora, única y exclusivamente para llevar a este hombre a la esencia que tiene aún pendiente y emplazarlo allí#” Se trata entonces de ir mostrando, de ir enseñando y señalando el camino que ha de seguir el que quiera afirmar su propia voluntad, caso curioso aquí que Así habló Zaratustra, lleve por subtítulo Un libro para todos y para nadie. Para todos los hombres que sean capaces de afirmar esa voluntad creadora, y para nadie que aún no quiera sufrir las transformaciones.
Así pues del desvalor del nihilista negativo (último hombre) se pasará a la afirmación de la voluntad en el superhombre, por eso el último hombre es el puente hacia el superhombre, ya que aquel también ha perdido a dios. Y como puente es: (1) aquello de lo que se aleja el que pasa; (2) el paso mismo (3) aquello a lo que pasa el que pasa#. Se trata pues de una proximidad de lo lejano, una nostalgia. Allí a dónde va el que pasa, como retorno a su verdadera morada (por eso la idea de círculo), la del convaleciente en el libro III de Así habló Zaratustra. Ese diálogo del alma consigo misma (“lógos hón autê pròs autên he psykhé diexépkhetai perì ôn án skopê”: Platón Teeteto 189e) Por eso es el más abismal de los pensamientos, porque es un enfrentarse a sí mismo y los límites que se tiene. Por eso Zaratustra invoca este límite “Yo, Zaratustra, el portavoz de la vida, el portavoz del sufrimiento, el portavoz del círculo: ¡A ti te llamo, el más abismático de mis pensamientos!#” Saberse humano y finito, es el más abismal de los pensamientos, pero se puede regresar a un origen que se pueda decir en la creación, en la voluntad que crea. Así se supera la finitud, y más aún el nihilismo, como esa pesantez que no deja avanzar a Zaratustra. Se trata pues de la afirmación de la voluntad, esa voluntad que en su pureza puede sustentar a todo lo vivo.

Una brida era el valor, y éste dado por dios y las ideas supremas de la metafísica. Por eso al principio se eliminaba esa traba. Luego, se pasaba al nihilismo, un nihilismo positivo o auténtico que arroje al hombre a crear todo valor para sí.

Conclusiones.
Al inicio de la obra que Heidegger dedica a el estudio de Nietzsche, aparece un aforismo de El anticristo, que puede indicar lo que Heidegger interpretará del filósofo del martillo: “Casi dos milenios y ni un solo nuevo dios”, la queja, entiéndase como crítica, va por el lado de la pereza del hombre que dejo su autenticidad a un segundo plano, es decir, no hacía uso de su voluntad para crear, sino que estaba presto a dejarse cargar como el camello, de todos los objetos pesados de la cultura, la religión, los valores que no entendía por qué debía cargarlos. Por eso se trataba de pensar al hombre sin ese suelo seguro. A esto, las preguntas de El Loco de la Gaya Ciencia: ¿Cómo hemos podido bebernos el mar? ¿Quién nos prestó la esponja para borrar el horizonte? ¿Qué haremos, cuando desencadenemos a la tierra de su sol? Hay pues aquí una nada que se patentiza, pero aún se está pensando metafísicamente, es decir se está ubicando a esa nada en relación a la voluntad. La voluntad supera esa nada. La metafísica en Nietzsche es aún un olvido del ser, porque en Nietzsche esa voluntad es ser, o el ser es la voluntad que se reafirma. El ente es entendido como voluntad, no desde el ser mismo, se ha llevado así la subjetividad a su límite, ya que el hombre es el capaz de realizar según su voluntad, una voluntad que se traduce en una vida que tiende a crear.
Por eso se toma al nihilismo como resultado a ser superado, así el filósofo (Nietzsche) es el llamado a responder a ese problema. “Es en los tiempos de más peligro en los que aparecen los filósofos, allí cuando la rueda gira cada vez más rápido#”
Hemos quedado sin nada, ahora cómo se llenará ese espacio infinito. Nietzsche reclama aquí nuestra voluntad para crear, y de esta manera, llenar el horizonte, ya no Metafísica, de una razón fundante, sino desde lo más propio, la voluntad, aquella voluntad que solo afirma un querer hacia la vida.